
CAPÍTULO 1: Justificación
1.1. Región “sur de Santa Fe” y su productividad
La región sur de la provincia de Santa Fe resulta de gran interés a la hora de analizar la sustentabilidad alimentaria. Se trata de un área muy particular ya que es una de las regiones más fértiles del mundo y, por tal motivo, cientos de miles de personas a lo largo y ancho del planeta se alimentan gracias a la producción de su relativamente escasa superficie. Argentina es un país productor de alimentos por excelencia y una importante fracción del territorio nacional se destina a este uso a través de cultivos y ganadería. De todo el territorio nacional destinado a actividades agropecuarias, la región sur de Santa Fe es de vital importancia por sus altísimos niveles de producción.
El área geográfica específica sobre la cual se realiza este estudio está compuesta por los siete departamentos más meridionales de la provincia de Santa Fe.
Abarcando una superficie de 2.755.900 Ha distribuidas en siete departamentos, representa el 21% de las 13.300.700 Ha del territorio provincial total pero es responsable de más de la mitad de su producción de cultivos. A su vez abarca tan sólo un 0.99% de las 278.040.000 Ha del territorio nacional total siendo responsable de casi el 10% de la producción nacional de las especies cultivadas en la región.



1.2. La Ganadería y su impacto ambiental global
Hay un buen número de estudios que intentan evaluar los impactos ambientales de las actividades ganaderas, sin embargo, aunque muchos de los parámetros sometidos a evaluación pueden entenderse dentro de las ciencias exactas, los resultados de estas evaluaciones no son exactos y presentan cierta variación entre uno y otro, esto se debe en parte a que la globalidad de la actividad hace de esta una situación extremadamente dinámica como para poder acotarla dentro de un único resultado final específico. No es fácil determinar el impacto ambiental de una actividad global, una actividad como la ganadería, que se desarrolla en todos los países y regiones del mundo, dentro de diferentes culturas, cada una con sus técnicas y condiciones particulares. No obstante, aunque no podamos determinar la magnitud de los impactos ambientales de forma específica, sí podemos realizar algunas estimaciones.
Si bien es cierto que hay un amplio abanico de técnicas ganaderas que varían de región a región y van desde las formas más artesanales a las más industrializadas, podemos resumirlas en dos tipos básicos:
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La ganadería extensiva: se refiere a la primer forma de ganadería que se ha practicado e implica que los animales disponen de un determinado territorio en el cual se desarrollan y de cuyos recursos de alimentan (mayormente en praderas y pastizales).
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La ganadería intensiva: surge como un intento por industrializar la ganadería procurando generar una forma más “controlada” de crianza animal. Implica contener a los animales en un espacio mínimo donde se les provee el alimento (forraje, granos, agua) y los recursos necesarios para su crecimiento y/o reproducción.
En la práctica las distintas técnicas de ganadería se realizan de forma extensiva, intensiva o mixta (una combinación de ambas). La ganadería extensiva requiere una mayor superficie de tierras que la ganadería intensiva, sin embargo parte de la superficie que se “ahorra” la ganadería intensiva debe ser destinada a producir el alimento que los animales necesitan.
A partir de esta información básica ya podemos intuir que habrá impactos ambientales provenientes de los recursos necesarios para la crianza y alimentación de los animales, y el primer paso para estimar la posible magnitud de esos impactos ambientales podría ser entender cuánta de la superficie terrestre está destinada a la ganadería. Según el informe "Análisis global del uso de tierras: balance entre consumo y demanda sustentable" realizado por el grupo de Tierra y suelos del Panel Internacional de Recursos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), del total de tierras libres de hielo que hay en el mundo (14.900 millones de hectáreas), 4.900 millones de hectáreas son de uso agrícola-ganadero. De este total 1.500 millones son para cultivos y unas 3.400 millones corresponden a pastizales para la cría de ganado [Bringezu et al, 2014]. Es decir, del total de tierras agrícolas del mundo, casi un 70% es destinado a la ganadería extensiva. Sin embargo, del 30% restante (1.500 millones de hectáreas) salen los recursos necesarios para alimentar a los animales de la ganadería intensiva, unas 525 millones de hectáreas se destinan al cultivo de granos y forraje para alimentación animal [Thornton et al, 2011]. En resumen, si tenemos en cuenta ambos tipos de ganadería, el total de tierras destinadas a alimentación animal son 3.925 millones de hectáreas, lo cual representa:
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El 78% del total de las tierras agrícolas del mundo
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El 26% del total de las tierras libres de agua del mundo
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El 8% del total de la superficie terrestre.
GRÁFICOS DE OCUPACIÓN DE SUPERFICIES
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Elaboración propia en base a datos de las siguientes fuentes: [Thornton et al, 2011] y [Bringezu et al, 2014].
No podemos dejar de asumir que una actividad que literalmente abarca una porción considerable de nuestro globo terráqueo es posible que tenga impactos ambientales a escala mundial. La ganadería es uno de los principales contribuidores a cada problema ambiental conocido por el hombre: deforestación, ocupación de suelos, escasez de agua, desestabilización de comunidades, crisis alimentaria y la lista sigue [Maratos, 2014].
¿Es un poco extremo pensar que puede atribuirse a la ganadería cada problema ambiental conocido por el hombre? Seguramente sí, ya que la ganadería no es única y exclusiva responsable de los problemas ambientales. Cada problema en materia de medio ambiente tiene múltiples causas y las soluciones más efectivas y sustentables son, en realidad, un conjunto de medidas que alcanzan a todas las causas principales. ¿Podemos pensar que la ganadería está entre las causas principales de cada problema ambiental? Habiendo visto la magnitud de la actividad ganadera a nivel planeta al menos tenemos que plantearnos seriamente este interrogante y si la respuesta es afirmativa indudablemente debemos pensar en opciones a fin de reducir la magnitud de la actividad ganadera.
Calentamiento Global
Uno de los mayores desafíos ambientales que estamos atravesando actualmente es el calentamiento global generado por un aumento en las concentraciones de gases de efecto invernadero (GEI) a causa de emisiones antropogénicas. El dióxido de carbono (CO2) es un gas que está naturalmente presente en la atmósfera, sin embargo en las últimas décadas se ha producido un aumento en la concentración de este gas que se debe en gran medida a la quema de combustibles a base de carbono con diferentes fines: transporte, industria, energía. El dióxido de carbono es el principal gas de efecto invernadero y comúnmente se le atribuye la responsabilidad por el calentamiento global. Sin embargo no es el único. El dióxido de carbono es el gas que contribuye en mayor medida al calentamiento, simplemente porque sus emisiones y concentraciones son más altas que las de otros gases. El metano es el segundo gas de efecto invernadero más importante, porque después de su emisión permanece en la atmósfera aproximadamente de 9 a 15 años y su poder de retención de calor es unas 21 veces superior al del dióxido de carbono. El óxido nitroso es el tercer gas de efecto invernadero con mayor potencial para el calentamiento directo porque, aunque está presente en la atmósfera en cantidades muy reducidas, su capacidad de retención de calor es 296 veces superior a la del dióxido de carbono y su tiempo de permanencia en la atmósfera es en promedio de 114 años [EPA, 2014].
Y he aquí el primer ejemplo de cómo la ganadería es co-protagonista de uno de los principales problemas ambientales de la actualidad: de acuerdo a un informe publicado en el año 2006 por la Organización para la Alimentación y la Agricultura de la ONU (FAO - Food and Agriculture Organization) titulado “La larga sombra del ganado”, se concluye que el sector pecuario es responsable de al menos un 14,5% del total de las emisiones antropogénicas de gases de efecto invernadero (medidas en equivalencia de dióxido de carbono), y por lo tanto, generador de más gases de efecto invernadero que el transporte. Esto se debe a que emite cerca del 9% del total de las emisiones de dióxido de carbono, un 37% del metano y un 65% del óxido nitroso [Steinfeld et al, 2006].
Para comprender cuánto implica realmente un 14,5% de las emisiones de GEIs debemos tener en cuenta cuál es la contribución de los otros sectores:
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Producción de Electricidad y Calor (25% de las emisiones globales de GEIs): Incluye los gases originados principalmente por quema de carbón, gas natural y combustible con los fines de generar energía eléctrica y calor.
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Agricultura, Forestación y Otros tipos de uso de suelos (24% de las emisiones globales de GEIs): Incluye los gases generados principalmente por actividades relacionadas a cultivos y ganaderías, teniendo en cuenta la deforestación asociada a este sector.
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Industria (21% de las emisiones globales de GEIs): Incluye los gases originados por aquellas actividades industriales que requieren la quema de combustibles fósiles con los fines de generar calor o energía, las emisiones originadas de procesos de transformación en industrias químicas, metalúrgicas o de los minerales y las emisiones generadas por manejo de efluentes o residuos industriales. (Las emisiones generadas por las industrias generadoras de energía están excluidas de esta categoría e incluidas en la categoría Producción de Electricidad y Calor).
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Transporte (14% de las emisiones globales de GEIs): Las emisiones de este sector involucran gases provenientes de la quema de combustibles fósiles en transporte terrestre, aéreo y marino. Casi el 95% de la energía utilizada para transporte en el mundo proviene de combustibles a base de petróleo, principalmente diesel y gasolina.
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Otras Energías (10% de las emisiones globales de GEIs): Esta fuente de emisiones de GEIs se refiere a todas las emisiones del sector energético que no están directamente asociadas a la producción de energía y calor, como por ejemplo: extracción, refinería, procesamiento y transporte de petróleo.
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Vivienda (6% de las emisiones globales de GEIs): Las emisiones de este sector provienen de los hogares con generación propia de energía y de la utilización de combustibles para cocina y calefacción. (Las emisiones generadas por la generación de energía eléctrica para uso en los hogares están excluidas de esta categoría e incluidas en la categoría Producción de Electricidad y Calor).
[EPA, 2016]

De acuerdo al gráfico anterior podemos ver que el sector con mayor contribución a las emisiones globales de GEIs, Producción de Electricidad y Calor, es de un 25%, no muy superior al 24% producido por el sector Agricultura, Forestación y Otros usos de suelo dentro de cuyas emisiones se encuentran las de la ganadería. Vemos entonces que con un 14,5% de las emisiones la ganadería representa una fuente de GEIs mayor que el transporte y que las emisiones domésticas, ambos sectores asumidos por la opinión pública como fuentes de emisión de GEIs. Es indudable que la ganadería se encuentra entre las principales fuentes emisoras y, por lo tanto, no puede excluirse a la hora de pensar soluciones efectivas y sustentables para el calentamiento global.
Y si hablamos de soluciones para el calentamiento global debemos remitirnos a las metas que nos hemos planteado en el Acuerdo de París, recientemente celebrado en el marco de la Convención contra el Cambio Climático de las Naciones Unidas respecto a la reducción de los GEIs. Los tres objetivos fijados en el Acuerdo de París son:
a) Mantener el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de los 2°C con respecto a los niveles preindustriales y perseguir esfuerzos para limitar ese aumento de la temperatura de 1.5°C con respecto a los niveles preindustriales, reconociendo que ello reduciría considerablemente los riesgos y los impactos del cambio climático;
b) Aumentar la capacidad de adaptación a los efectos adversos del cambio climático y promover la resiliencia al clima y un desarrollo con bajas emisiones de gases de efecto invernadero, de un modo que no comprometa la producción de alimentos;
c) Situar los flujos financieros en un nivel compatible con una trayectoria que conduzca a un desarrollo resiliente al clima con bajas emisiones de gases de efecto invernadero. [FCCC, 2015].
A pesar de que la evidencia pareciera indicar que el medio ambiente es un asunto siempre relegado a un segundo plano cuando nos referimos a problemáticas de índole global, el motivo por el cual hay gobiernos de todos los Estados del mundo unidos para dialogar y encontrar soluciones al cambio climático es porque realmente no es un tema menor. Un aumento en los niveles de GEIs en la atmósfera implica que una mayor cantidad de energía solar queda retenida en ella con dos consecuencias catastróficas:
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La mayor cantidad de energía acumulada en la atmósfera implicaría que los fenómenos meteorológicos se dieran de forma más violenta:
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se generaría un aumento en la cantidad y magnitud de tormentas, huracanes, tornados, tifones;
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un aumento en las velocidades de los vientos y consecuentemente en la magnitud del oleaje;
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aumentaría considerablemente el riesgo de catástrofes naturales.
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El aumento de temperaturas en sí, con su propio conjunto de consecuencias:
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extinciones en masa de especies que no podrían sobrevivir el aumento de temperaturas;
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desaparición de ecosistemas por fenómenos de desertificación;
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aumento de los niveles del mar por derretimiento de los casquetes polares.
Limitar el aumento de la temperatura media global a 1.5°C con respecto a los niveles preindustriales es una meta ambiciosa y una a la cual definitivamente no llegaremos si las cosas permanecen tal como están. La situación en la que estamos es tan precaria que es preciso atender a todas las causas y una actividad causante del 14,5% de las emisiones no puede ser ignorada a la hora de plantear una solución al problema que sea eficiente y sustentable.
Uso de Agua
El agua no es recurso cualquiera, es un elemento indispensable para la vida y el acceso al agua es un derecho de cada ser humano, por eso es imprescindible cuidar de este recurso y procurar el manejo más eficiente posible.
La cantidad de agua dulce y apta para consumo (con o sin tratamiento previo) que podemos encontrar en la naturaleza está determinada por el ciclo del agua. El ciclo del agua es la forma en la cual la naturaleza es capaz de regenerar y redistribuir el agua que ha sido utilizada o contaminada por parte del hombre. Esta “tasa de regeneración” depende básicamente de las características climáticas y topográficas de la región en la que nos encontramos, así hay lugares con abundancia de agua dulce que tienen un mayor margen para la utilización del recurso hídrico, como también hay lugares con escasez de agua en donde la tasa de regeneración es pequeña y la disponibilidad de agua dulce se convierte en una dificultad. Es allí en donde el uso del agua puede fácilmente exceder la tasa de regeneración natural y acabar en problemas de contaminación que muchas veces son difíciles de revertir. Por ello debemos tener en cuenta que el impacto ambiental producido por la ganadería dependerá de la vulnerabilidad de los sistemas hídricos locales [Arrieta, 2014]
Para poder hablar de los volúmenes de agua mundialmente utilizados tenemos que referirnos a grandes unidades de volumen: 1 Km3 es equivalente a 1.000.000.000 m3 o 1.000.000.000.000 litros.

Gracias al ciclo hidrológico la cantidad de agua en el mundo se mantiene prácticamente constante. Del total de agua presente en nuestro planeta un 96.5% corresponde al agua de los océanos y un 1% corresponde al agua salobre (otras aguas saladas) sumando un total de 97.5%, por lo cual sólo un 2.5% del agua planetaria es agua dulce, de la cual hasta un 70% se encuentra contenida dentro de glaciares, nieves eternas o en forma de vapor atmosférico. Los recursos hídricos renovables del mundo, es decir el agua que está disponible para nuestro uso, son de aproximadamente 42.000 millones de km3/año. De esta cantidad, alrededor de 3.900 millones de km3 se extraen de ríos, lagos o acuíferos para uso humano, de los cuales unos 2.710 millones de km3 son para la agricultura (69%), 741 millones de km3 son para la industria (19%) y 429 millones km3 son para el sector municipal (11%).[FAO, 2011].
La ganadería es responsable por tres tipos de impactos sobre el uso de agua:
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Consumo de agua de bebida por parte de los animales: A nivel global se estima que unos 16 km3/año de agua dulce son destinados para bebida del ganado. [WWAP, 2012].
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Consumo y contaminación de aguas por actividades de la ganadería intensiva: se refiere a actividades como la limpieza de las unidades de producción, el lavado de los animales, instalaciones de enfriamiento de los animales y sus productos (mataderos), y eliminación de los desechos. Estos servicios contabilizan 6,5 km3/año de agua dulce [WWPA, 2012].
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Consumo de agua en la producción de alimento destinado a los animales: Las cantidades de agua dulce consumidas durante los procesos previos no se asemejan con la principal fuente de utilización de recursos hídricos: la producción de forraje. Si tenemos en cuenta que el 45% de los cereales y el 97% de la harina de soja producida mundialmente son destinados a alimentar al ganado y que la agricultura utiliza 2710 km3/año de agua entenderemos que la producción de alimentos de origen animal utiliza mucha agua.
Por lo tanto, si sumamos los 16 km3/año de agua de bebida para el ganado y los 6,5 km3/año de agua para servicios, tenemos un total de 22,5 km3/año de agua dulce utilizada de manera directa por el sector ganadero. Las cantidades de agua destinadas a la producción de forraje son más difíciles de precisar, pero se estima que rondan los 2.000 km3/año.
1.3. Recursos para una Población Creciente
Muchas personas podrían adjudicar estas inmensas demandas de recursos a la superpoblación humana y esto no estaría del todo equivocado. La población humana alcanzó 1 billón de personas en el año 1804. Cien años después, a principios del siglo XX, alcanzó 1.5 billones de personas. Pero el último siglo hemos sido testigos de un crecimiento poblacional sin precedentes alcanzando los 7 billones de personas en el año 2011.

Sin duda estos datos son alarmantes ya que si bien se estima que la tasa de crecimiento tenderá a disminuir en los próximos años la población mundial continuará en aumento mientras que, al mismo tiempo, seguimos buscando la manera de proveer los recursos básicos y esenciales para el desarrollo humano a cada habitante del planeta, algo que al día de hoy no hemos podido conseguir.
Pero si la población humana mundial se ha incrementando en una escala preocupante, peor aún es la situación de la población ganadera mundial. Mientras que hoy en día los humanos sumamos más de 7 mil millones de individuos, existe una exorbitante cantidad de 70 mil millones de animales de granja [Oppenlander, 2013], estamos hablando de una población compuesta por un 1.000% más de individuos y esto se debe básicamente a los principios termodinámicos por los cuales se rigen las cadenas alimenticias: cuando un ser vivo se alimenta de otro ser vivo existe una importante pérdida de materia y de energía en el proceso.
Aquellas especies que realizan la fotosíntesis, es decir, que sintetizan su propio alimento a partir de CO2, minerales y luz solar, se denominan productores y se encuentran en el nivel trófico más bajo. Las especies que se alimentan de estos productores, que se encuentran en el segundo nivel trófico, se denominan consumidores primarios y así se van sucediendo las diferentes categorías de consumidores. De esta manera la materia creada y la energía acumulada por las especies productoras va pasando de una especie a otra, siempre involucrando una pérdida de materia y energía. Estas pérdidas se van sumando en cada proceso de alimentación, por lo cual a medida que avanzamos a niveles tróficos superiores, las poblaciones van disminuyendo cada vez más para cada nivel de consumidor.
Esto tiene una única implicancia la cual podemos ver desde dos puntos de vista:
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A medida que nuestra especie escala a niveles tróficos superiores, nuestra población tendería a reducirse respecto de las poblaciones de niveles tróficos inferiores.
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Si ocupamos un determinado nivel trófico, las poblaciones en niveles tróficos inferiores deben superar en volúmenes de materia y energía a nuestra población.
Esto último explica por qué la población de animales de granja tiene la magnitud que tiene hoy en día. Para constituirnos en un nivel trófico como consumidores secundarios, los consumidores primarios de los que nos alimentamos (los animales de granja) deben superarnos en volúmenes de materia y energía, así como las especies productoras destinadas a alimentarlos (forrajes) deben superar en volúmenes de materia y energía a los consumidores primarios. Sin embargo, si decidiéramos colocarnos un nivel trófico por debajo, constituirnos como consumidores primarios y alimentarnos nosotros mismos de especies productoras, nuestra población tendría un mayor margen para aumentar o bien el nivel trófico inferior al nuestro podría disminuir.

Sabiendo que los animales de granja, como consumidores primarios de nuestra pirámide trófica, nos superan en una cantidad equivalente a un %1000 de individuos podríamos preguntarnos por el actual nivel trófico de productores. Ya hemos visto anteriormente el enorme porcentaje de tierras y cultivos destinados a alimentación animal, pero veamos un ejemplo más directo. Estos 70 billones de animales de granja están conformados por ganado vacuno, porcino, aviar, caprino, ovino, etc. Cada especie tiene su propia tasa de conversión de materia y energía. El ganado vacuno está conformado por los individuos de mayor tamaño y tiene una de las tasas de conversión de materia y energía más deficientes. No es el tipo de ganado más consumido en el mundo, pero sí es el más consumido en la Argentina. La población mundial de ganado vacuno está compuesta por alrededor de 1.500 millones de individuos que requieren una cantidad de alimento y agua de bebida superior a la cantidad requerida por la totalidad de la población humana mundial:
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Mientras que la población humana mundial consume un total de 19.7 millones de m3 de agua para bebida, la población mundial de ganado vacuno consume un total de 170 millones de m3 de agua para bebida.
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Mientras que la población humana mundial consume un total de 9.5 millones de toneladas de alimentos, la población mundial de ganado vacuno consume un total de 61 millones de toneladas de alimentos. [Northoff 2010]

Esta relación entre los niveles tróficos y nuestra obstinación por constituirnos como consumidores secundarios ha tenido como consecuencia enormes pérdidas de biodiversidad: “Hace 10.000 años los animales salvajes representaban un 99% de la biomasa animal, mientras que los seres humanos representaban un 1% de esa biomasa. Hoy en día, 10.000 años después, que en tiempos geológicos es sólo una fracción de tiempo, lo seres humanos junto con los animales domésticos y aquellos que consideramos de nuestra propiedad, representamos el 98% de la biomasa animal, y los animales salvajes sólo representan el 2%. Básicamente nos hemos apropiado de la Tierra, se la hemos quitado a los animales salvajes, para nuestro propio uso. Estamos presenciando la mayor extinción de especies en masa de los últimos 65 millones de años, las selvas están siendo deforestadas a un ritmo de 0,4 hectáreas por segundo y la fuerza impulsora de esto es la agricultura animal: deforestando bosques para instroducir animales o hacer crecer soja que posteriormente alimentará a animales de cría intensiva”. [Tuttle, 2014].
1.4. Crisis alimentaria mundial
Si vamos a poner el foco en la alimentación en relación a la sustentabilidad es oportuno que hablemos sobre la situación alimentaria mundial. Algunos términos importantes a la hora de hablar sobre la crisis mundial alimentaria son los conceptos de subalimentación y de inseguridad alimentaria. Las siguientes definiciones fueron extraídas del informe “Estado de la Inseguridad Alimentaria en el Mundo” elaborado por la FAO en al año 2015.
Inseguridad alimentaria: Situación que se da cuando las personas carecen de acceso seguro a una cantidad de alimentos inocuos y nutritivos suficiente para el crecimiento y desarrollo normales así como para llevar una vida activa y sana. Las causas son múltiples: no disponibilidad de alimentos, poder adquisitivo insuficiente, distribución inapropiada o uso inadecuado de los alimentos en el interior del hogar. La inseguridad alimentaria, condiciones de salud y saneamiento deficientes así como prácticas de cuidados sanitarios y alimentación inadecuadas son las principales causas de un mal estado nutricional. La inseguridad alimentaria puede ser crónica, estacional o transitoria.
Subalimentación: Estado, con una duración de al menos un año, de incapacidad para adquirir alimentos suficientes, que se define como un nivel de ingesta de alimentos insuficiente para satisfacer las necesidades de energía alimentaria.
Hambre: Sinónimo de subalimentación crónica.
Desnutrición: Resultado de la subalimentación, o de absorción y/o uso biológico deficientes de los nutrientes consumidos como resultado de repetidas enfermedades infecciosas. Comprende la insuficiencia ponderal en relación con la edad, la estatura demasiado baja para la edad (retraso del crecimiento), la delgadez peligrosa en relación con la estatura (emaciación) y el déficit de vitaminas y minerales (malnutrición por carencia de micronutrientes).
Malnutrición: Estado fisiológico anormal debido a un consumo insuficiente, desequilibrado o excesivo de macronutrientes o micronutrientes. La malnutrición incluye la desnutrición y la hipernutrición así como las carencias de micronutrientes. [FAO, 2015]
A lo largo de la historia se han celebrado una serie de reuniones, cumbres y asambleas entre gobiernos de todo el mundo con el fin de poner fin a la crisis alimentaria mundial:
En el año 1974 tuvo lugar la Conferencia Mundial de la Alimentación en la cual los gobiernos participantes proclamaron que “todos los hombres, mujeres y niños tienen el derecho inalienable a no padecer de hambre y malnutrición a fin de poder desarrollarse plenamente y conservar sus facultades físicas y mentales” [FAO, 1999]. La Conferencia se fijó también el objetivo de erradicar el hambre, la inseguridad alimentaria y la malnutrición en el plazo de un decenio. En ese momento se estimaba que había unas 460 millones de personas con hambre de las cuales el 40% eran niños y la gran mayoría se encontraba en países pobres [Abel-Smith & Leiserson, 1978].
En el año 1996 se celebra la Cumbre Mundial sobre la Alimentación, contando con la participación de representantes de 185 países y la Comunidad Europea que se comprometieron a luchar para eliminar el hambre. Como primer paso decisivo fijaron el objetivo de reducir la cifra de personas con hambre a la mitad para el año 2015. Las autoridades se mostraron optimistas en ese momento. Son conocidas algunas declaraciones de los miembros del evento, como por ejemplo la del Prof. Dr. Romano Prodi (presidente del evento) quien dijo: “La Declaración de Roma nos pide que reduzcamos a la mitad el número de personas que padecen desnutrición crónica en la Tierra para el año 2015 […] Si cada uno de nosotros da lo mejor de sí, considero que podremos alcanzar e incluso superar la meta que nos hemos fijado”. Por otra parte, el Dr. Jaques Diouf (Director General de la FAO) afirmo que: “Tenemos la posibilidad de hacerlo, tenemos los conocimientos prácticos, tenemos los recursos y, con la Declaración de Roma y el Plan de Acción, hemos demostrado que tenemos la voluntad necesaria” [FAO, 1999].
En el año 2000, fue aprobada la Declaración del Milenio por 189 países y firmada por 147 jefes de estado en la Cumbre del Milenio de las Naciones Unidas celebrada en septiembre del año 2000. Los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) son ocho ambiciosas metas que se intentaban alcanzar para el año 2015 y se basan en las actividades y propuestas incluidas en la Declaración del Milenio, en la cual se lee: “Reducir a la mitad, para el año 2015, el porcentaje de habitantes del planeta cuyos ingresos sean inferiores a un dólar por día y el de las personas que padezcan hambre; igualmente, para esa misma fecha, reducir a la mitad el porcentaje de personas que carezcan de acceso a agua potable o que no puedan costearlo” [ONU, 2000].

El objetivo establecido por la Cumbre Mundial sobre la Alimentación (CMA) en 1996, ha quedado muy lejos de cumplirse. Según las estimaciones actuales, en 1990-92 el número de personas subalimentadas en las regiones en desarrollo había ascendido desde los 460 millones de personas en la década del ’70 a los 1.000 millones. Para alcanzar el objetivo de la CMA, teniendo en cuenta el crecimiento poblacional mundial, este número tendría que haberse reducido a 515 millones aproximadamente. No obstante en el transcurso de la última década se han reportado importantes progresos en la lucha contra el hambre que deben analizarse tomando en consideración el contexto de cambio constante en el entorno mundial: la volatilidad de los precios de los productos, el encarecimiento general de los alimentos y la energía, las crecientes tasas de desempleo y subempleo y, sobre todo, las recesiones económicas globales de finales de la década de 1990 y en los años posteriores a 2008. Los fenómenos meteorológicos extremos y las catástrofes naturales, cada vez más frecuentes, han causado estragos en cuanto a vidas humanas y daños económicos y han dificultado los esfuerzos por mejorar la seguridad alimentaria. La inestabilidad política y los conflictos civiles, que han provocado un aumento global del número de personas desplazadas hasta niveles sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial, han contribuido a este panorama. Esta evolución se ha cobrado un precio en la seguridad alimentaria de algunos de los países más vulnerables, especialmente en el África subsahariana, mientras que otras regiones como Asia oriental y sudoriental no han resultado afectadas o han podido minimizar sus efectos negativos. [FAO, 2015]
En la actualidad el número de personas subalimentadas a disminuido a 794.6 millones, número que aún se encuentra lejos de los objetivos que habían sido propuestos para el año 2015 y aún más lejos de la erradicación total del hambre en el mundo. El 98% de las personas subalimentadas habitan en países en vías de desarrollo, en muchos de los cuales la población desnutrida alcanza hasta un 15% y el hambre constituye un problema de salud mayor que el VIH, la malaria y la tuberculosis [PMA, 2013]. Hoy en día la desnutrición causa la muerte de 2.6 millones de niños menores de 5 años por año, un tercio del total global y uno de cada cuatro niños padece retardo de crecimiento [UNICEF, 2012].
Estos hechos alarmantes ocurren a pesar de que la producción de alimentos haya aumentado de manera vertiginosa desde la década de 1960 (entre 70% y 280% dependiendo de la fuente) y a pesar de que se hayan hecho numerosos congresos, cumbres, conferencias, reuniones y protestas para poner fin al hambre en el mundo.

1.5. Posición de los diferentes grupos de interés frente al vegetarianismo
Organización de las Naciones Unidas (ONU)
La Organización de las Naciones Unidas es la mayor organización internacional existente cuyo objetivo es facilitar la cooperación entre los diferentes estados del mundo en asuntos relacionados a los Derechos Humanos, el Desarrollo Económico y Social y la Paz Mundial.
Tanto la ONU, en su rol de organización internacional, como los gobiernos de los 193 Estados miembros, no tienen una posición oficial frente al vegetarianismo, sin embargo sí llevan adelante una lucha conjunta contra el Cambio Climático y con la Crisis Alimentaria Mundial, ambas cuestiones íntimamente relacionadas con los modelos de producción de alimentos a nivel global.
Acuerdo de París
Respecto al Cambio Climático, a lo largo de las últimas décadas, la ONU ha convocado a sus Estados miembros en diferentes Conferencias y Convenciones de las que han surgido Acuerdos y Protocolos de acción. La última de las cuales fue La Convención Marco sobre Cambio Climático, celebrada en la ciudad de París a fines del año 2015 y firmada por las Partes (países firmantes) el 22 de Abril de 2016. Este Acuerdo insta a las Partes:
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A llevar adelante mediciones de sus emisiones antropogénicas de Gases de Efecto Invernadero así como también de las absorciones de Gases de Efecto Invernadero por parte de los sumideros (constituidos principalmente por bosques nativos), en base a metodologías y sistemas de medición comunes evaluados por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climatico a fin de realizar un balance local que posteriormente será incluido en un balance mundial.
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A proponer medidas de mitigación y medidas de adaptación, siendo de particular importancia aquellas medidas que puedan ser consideradas de mitigación y adaptación simultáneamente.
El objetivo final por el cual se insta a los países a rendir cuentas de sus emisiones y a adoptar medidas de mitigación es lograr que las emisiones mundiales de GEIs alcancen su punto máximo lo antes posible y a partir de ese momento reducir rápidamente las emisiones de GEIs para alcanzar un equilibrio entre las emisiones por parte de las fuentes antropogénicas y la absorción por parte de los sumideros, sobre la base de la equidad intergeneracional y en el contexto del desarrollo sostenible y de los esfuerzos para erradicar la pobreza. [FCCC, 2015]
En el Acuerdo de París se indica que el objetivo propuesto de reducir el aumento de temperaturas a un valor inferior a los 2°C implica que las emisiones no superen las 40 Gigatoneladas de CO2 equivalentes para el año 2030 y asume que esta meta es al mismo tiempo sumamente ambisiosa pero absolutamente necesaria, por lo cual el problema debe ser atacado desde todos los ángulos posibles. El Acuerdo no sugiere ninguna medida en particular, la adopción de medidas se deja totalmente a criterio de los Gobiernos de los Estados firmantes. Sin embargo establece como prioridad fundamental la de salvaguardar la seguridad alimentaria y acabar con el hambre, y hace referencia a la particular vulnerabilidad de los sistemas de producción de alimentos a los efectos adversos del cambio climático, y a la importancia de conservar y aumentar, según corresponda, los sumideros y depósitos de gases de efecto invernadero. También es de especial interés el último párrafo de la introducción del Acuerdo en el cual se refiere a que la adopción de estilos de vida y pautas de consumo y producción sostenibles es una contribución importante a los esfuerzos por hacer frente al cambio climático. [FCCC, 2015]
Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO)
Respecto a la Crisis Alimentaria Mundial, el organismo de la ONU especialmente abocado a esta temática es la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés: Food and Agriculture Organization), cuyo objetivo prioritario es la erradicación del hambre y la pobreza.
Como vimos anteriormente el número de personas subalimentadas en el mundo se contabilizan por millones y conforman un importante porcentaje de los habitantes de países en desarrollo. Luego de la década de 1970 los esfuerzos destinados a acabar con el hambre han dado muy pocos frutos y mayormente han sufrido numerosos fracasos. En la actualidad el número de personas subalimentadas ha visto una disminución, pero la situación es aún altamente vulnerable y seguimos estando muy lejos de los objetivos propuestos por las Conferencias y Convenciones celebradas.
El año 2015 marcó el fin del período propuesto para alcanzar algunos de los objetivos porpuestos por la Cumbre Mundial sobre la Alimentación y los Objetivos de Desarrollo del Milenio. En el informe “Estado de la Inseguridad Alimentaria en el Mundo” emitido por la FAO en el año 2015 se concluye que:
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Según las estimaciones más recientes, aproximadamente 795 millones de personas de todo el mundo siguen estando subalimentadas. Esto significa que, actualmente, un poco más de una de cada nueve personas en el mundo no puede consumir alimentos suficientes para llevar una vida activa y saludable.
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Se prevé que la insuficiencia ponderal infantil (ingesta insuficiente de nutrientes, aún cuando se cumpla con la ingesta calórica mínima) se reducirá a un ritmo más lento que la subalimentación, dado que las mejores condiciones de higiene, el acceso a agua limpia y las dietas más variadas normalmente requieren más inversiones y más tiempo para materializarse de lo que requiere un aumento de la disponibilidad de calorías. Lo cual indica que todavía puede mejorarse la calidad de la dieta, en particular de los grupos más pobres de la población.
En base a estos resultados y para continuar su lucha contra el hambre y la pobreza, la FAO ha desarrollado cinco objetivos estratégicos por los cuales se rigen sus actividades:
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Ayudar a eliminar el hambre, la inseguridad alimentaria y la malnutrición.
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Hacer que la agricultura, la actividad forestal y la pesca sean más productivas y sostenibles.
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Reducir la pobreza rural.
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Fomentar sistemas agrícolas y alimentarios integradores y eficientes.
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Incremental la resiliencia de los medio de vida ante las catástrofes.
[FAO, 2013]
El trabajo de la FAO se estructura en Planes de Acción institucionales con el objeto de hacer frente a todas las cuestiones y problemas detectados en relación con cada objetivo estratégico, para ello se llevan a cabo estudios en diferentes ámbitos para intentar determinar las soluciones más eficientes y sustentables frente a la Crisis Alimentaria Mundial.
En el año 2006 la FAO publicó un informe titulado “La larga sobra del Ganado: opciones y cuestiones ambientales”, llevado a cabo por un grupo de profesionales encabezado por el Dr. Henning Steinfeld, director del área de políticas y análisis del sector ganadero de la ONU en Roma. Las conclusiones de este trabajo en cuanto al desafío que nos espera por delante son de gran interés:
La ganadería es un sector de notables contrastes. Aunque de modesta importancia económica, aún tiene una abrumadora importancia social en muchos países en desarrollo. Causante de daños ambientales considerables en términos de cambio climático, contaminación atmosférica, contaminación y uso de agua y biodiversidad. Uno de los mayores resultados de esta evaluación es que, en base a su rendimiento económico, los impactos ambientales ocacionados por el sector ganadero no están siendo adecuadamente abordados. El problema yace principalmente en que los obstáculos políticos e institucionales y la falta de mecanismos para el análisis de las consecuencias ambientales aseguran la ocurrencia de externalidades y la adjudicación de la gestión de recursos naturales de común propiedad al sector ganadero.
¿Y por qué ocurre esto?
En primer lugar porque la sociedad civil parece tener un entendimiento inadecuado del alcance del problema. Incluso tal vez la mayoría de los ambientalistas tampoco son capaces de apreciar completamente el enorme impacto que el sector ganadero tiene sobre el clima, la biodiversidad y el agua.
En segundo lugar, las acciones ambientales motivadas por la sociedad civil usualmente se enfocan en la protección de ecosistemas específicos, mientras que la mobilidad de la industria ganadera permite su relocación sin mayores inconvenientes aparentes, sin embargo, la presión en el medio ambiente termina trasladandose y manifestandose de diferentes formas. Por ejemplo, una conversión hacia formas de ganadería más intensivas pueden reducir la presión en el uso de tierras pero incrementar la presión en el uso de aguas.
En tercer lugar, la complejidad de las interacciones entre el ganado y el medio ambiente y sus múltiples manifestaciones, hacen que las acciones requieran soluciones más globales que puntuales.
Y por último, el sector ganadero está muchas veces influenciado por objetivos políticos de otros sectores. Quienes deben tomar las desiciones muchas veces encuentran dificultades a la hora de abordar objetivos económicos, sociales, ambientales y de salud simultáneamente.
Pero más allá de estas dificultades, el impacto ambiental de la ganadería en el ambiente, tanto a nivel local como global, es tan significante que necesita ser abordado con urgencia. La información, la comunicación y la educación tendrán un rol crítico a la hora de desarrollar una voluntad de acción. Los consumidores posiblemente ejercerán la mayor presión política y comercial para empujar el sector agropecuario hacia formas más sustentables.
El futuro de la relación entre ganado y medio ambiente estará determinado principalmente por cómo resolveremos en el futuro el balance entre dos demandas en competición: la demanda de productos de origen animal por un lado y la demanda de servicios ambientales por otro. Ambas demandas están impulsadas por los mismos factores: el crecimiento poblacional y el crecimiento en los niveles de consumo, y todo esto en el marco de un planeta con recursos finitos. [Steinfeld et al, 2006]
2016: Año Internacional de las Legumbres
La FAO ha declarado al corriente año 2016 como el Año Internacional de las Legumbres bajo el lema “Semillas Nutritivas para un Futuro Sostenible”. El motivo por el cual la FAO está interesada en promover el consumo de legumbres es porque éstas son consideradas un superalimento. Son ricas en minerales y nutrientes esenciales y, en convinación con los cereales, aportan proteínas de alta calidad por lo que resultan ideales para reemplazar la carne. A través de cinco campañas informativas la FAO intenta generar conciencia de los múltiples beneficios que traería un mayor consumo proteínas vegetales a través de las legumbres:
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Beneficios nutricionales de las legumbres: Son una fuente rica en proteínas y la calidad de las proteínas aportadas por las legumbres aumenta al consumirlas junto con cereales constituyendo un excelente reemplazo para la carne. Son también ricas en minerales y en compuestos bioactivos (como sustancias fitoquímicas y antioxidantes). Tienen un alto contenido de hierro y al combinarse con alimentos ricos en Vitamina C se mejora la absorción. Promueven la salud ósea (por aporte de calcio y magnesio) y previenen la disminución cognitiva.
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Beneficios de las legumbres para la salud: Al combinarse con los cereales son capaces de aportar la ingesta mínima de proteínas requeridas sin generar los riesgos a la salud asociados al consumo de carnes (colesterol, hipertensión, problemas cardíacos). Aportan fibra, antioxidantes y fitonutrientes. Tienen la capacidad de aglutinarse con toxinas y con el colesterol en el intestino. Mejoran la salud general y son ideales para el control de peso. Favorecen la presencia de bacterias buenas en el intestino. Son una gran fuente de proteínas, hierro, potasio, folato y fibra. Son bajas en grasas, sodio e índice glicémico. Están exentas de gluten y colesterol.
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El rol de las legumbres en la seguridad alimentaria: Las legumbres son una fuente asequible de proteínas y minerales para una gran proporción de las poblaciones rurales del mundo para quienes los alimentos de origen animal resultan económica o físicamente inaccesibles. Muchas legumbres son resistentes a las sequías y son idóneas para su cultivo en regiones de gran aridez y en entornos marginales.Tienen un prolongado tiempo de conservación, lo cual significa que pueden almacenarse por largos períodos de tiempo sin perder su valor nutricional.
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El rol de las legumbres frente al cambio climático: Se calcula que, en todo el mundo, alrededor de 190 millones de hectáreas de legumbres aportan entre cinco y siete millones de toneladas de nitrógeno a los suelos. Dado que las legumbres pueden fijar su propio nitrógeno en el suelo, se necesitan menos fertilizantes y de este modo contribuyen a reducir las emisiones de GEIs. Incluir legumbres en la rotación de cultivos reduce el riesgo de erosión y el agotamiento de los suelos. La rotación de cultivos con legumbres dan como resultado suelos con un mayor potencial de absorción de carbono.
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El rol de las legumbres a favor de la biodiversidad: La buena calidad del suelo es el cimiento de la seguridad alimentaria y las legumbres pueden contribuir a aumentar la biomasa, así como la actividad microbiana de los suelo, mejorando así su biodiversidad.Las legumbres desempeñan muchas funciones en la promoción de los organismos vivos del suelo y la complejidad ecológica para restablecer el buen funcionamiento natural de los ecosistemas. Cultivar legumbres en sistemas de cultivos múltiples enriquece la biodiversidad agrícola, asegura la resiliencia al cambio climático y mejora los servicios ecosistémicos. [FAO, 2016]
Gobiernos
Más allá de lo que los distintos Gobiernos en conjunto han aceptado como prioridad, a través de sus representantes en las Naciones Unidas, todas las medidas que cada Estado debe tomar respecto de su propio aporte a las emisiones de GEIs y al desarrollo sustentable global están íntimamente relacionadas con un gran número de políticas internas que afectan a prácticamente todos los sectores. Esto quiere decir que de acuerdo a las diferentes realidades socio-económicas de cada país el desarrollo de estrategias en materia de medio ambiente tendrá diferentes grados de prioridad y más allá de las buenas intenciones o las aspiraciones particulares a un mundo mejor, desgraciadamente la libertad de acción de los Gobiernos no es tan amplia como quisiéramos en un mundo en el que lo público se encuentra en estrecha asociación con capitales privados multinacionales, cuyo peso en las economías nacionales es cada vez mayor. Esto coloca límites claros a la acción del Estado nacional, y un umbral inexorable a la propia demanda de democratización de las decisiones colectivas por parte de las comunidades y poblaciones afectadas por los grandes proyectos extractivos. [Svampa, 2013]
Vivimos una actualidad en que los gobiernos nacionales se encuentran cada vez más sometidos a la voluntad de las corporaciones, en donde los bienes naturales se entienden como commodities en el ámbito privado pero se disfrazan bajo el concepto de recursos estratégicos en el ámbito público. Y en el medio la comunidad, a veces desinformada y manipulada y otras veces ocupando espacios de resistencia, atravesados por demandas contradictorias y por la persistencia de determinados imaginarios sociales en torno al desarrollo. En este marco político-ideológico tan cegado por la visión productivista y tan refractario a los principios del paradigma ambiental, la actual dinámica de desposesión de los recursos naturales por parte de las corporaciones internacionales se convierte en un punto ciego, no conceptualizable. Como consecuencia de ello, las problemáticas socioambientales son consideradas como una preocupación secundaria o lisa y llanamente “sacrificable”, en vistas de los graves problemas de pobreza y exclusión de las sociedades en desarrollo. [Svampa, 2013]
De todas formas las presiones internacionales y la abrumadora evidencia científica respecto al cambio climático han logrado hacerse un lugar en la agenda de los gobernantes. Hasta el momento la mayoría de los objetivos propuestos por las diferentes convenciones llevadas a cabo están ciertamente lejos de alcanzarse pero también es innegable que algunos países se han propuesto reducir sus emisiones a través de ambiciosas políticas en materia ambiental. Los países más desarrollados han estado transformando sus matrices energéticas desde hace algunas décadas y algunos países en desarrollo se han sumado a esta tendencia en los últimos años. También se ha avanzado ampliamente en la gestión de residuos domiciliarios y muchas de las tecnologías desarrolladas para la industria han contribuido a reducir las emisiones de GEIs así como otras formas de contaminación.
Sin embargo las actividades agropecuarias parecen ser invisibles a los ojos de quienes toman las desiciones en materia ambiental y, si nos tomamos el trabajo de dar un paso atrás y observar holísticamente la situación, veremos claramente un conflicto de valoraciones:
Por un lado hemos asumido en el Acuerdo de París (y en otros acuerdos internacionales previos) el compromiso de reducir nuestras emisiones de GEIs a valores caracterizados por el mismo acuerdo como “ambiciosos”. Esto quiere decir que para poder lograrlo debemos atacar todos los frentes de este problema. Ahora bien, cuando analizamos los porcentajes con los que cada sector contribuye a las emisiones de GEIs nos encontramos con lo siguiente:
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Los Gobiernos están tomando numerosas medidas para transformar sus matrices energéticas adoptando nuevas fuentes de energías alternativas y con ello disminuyendo las emisiones generadas por el sector energético, responsable de un 25% de las emisiones globales.
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Los Gobiernos están tomando varias medidas en lo relacionado al sector industrial, responsable por el 21% de las emisiones globales, mientras que simultáneamente también se toman medidas íntegramente relacionadas al aumento de la producción, que en algunos casos terminan contrarrestando parte de los esfuerzos hechos en el ámbito ambiental, cuando el crecimiento económico no se define dentro del marco de un desarrollo sustentable.
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Los Gobiernos están tomando algunas medidas en lo relacionado al transporte, responsable del 14% de las emisiones globales. Estas medidas están principalmente fundadas en el cambio de hábitos por parte de la población, promoviendo el uso del transporte público y la bicicleta, y en menor medida en el desarrollo de tecnologías en la forma de automóviles más eficientes y combustibles menos contaminantes.
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Los Gobiernos están tomando algunas medidas respecto a las emisiones domésticas, responsables del 6% de las emisiones globales, principalmente a través del tratamiento de efluentes cloacales y el manejo de residuos domiciliarios y en menor medida promoviendo el uso eficiente de la energía en los hogares.
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Los Gobiernos prácticamente no están tomando medidas respecto al sector agropecuario, responsable del 24% de las emisiones globales. La ganadería en todas sus formas, los monocultivos y el uso de agroquímicos están permitidos y hasta promovidos por Gobiernos que buscan aumentar su producción a expensas de una “inevitable” expansión de la frontera agropecuaria y la inmensa cantidad de externalidades asociadas.
Argentina
En Argentina sólo queda el 30% de los bosques nativos que existían hace 100 años [UMSEF, 2007]. La principal causa de deforestación en Argentina es el avance de la frontera agropecuaria, con mayor hincapié en el cultivo de soja en los últimos años [UMSEF, 2012]. El Plan Estratégico Agroalimentario (PEA) presenta una meta de aumentar la producción tanto cerealera como de carne, y se estima un requerimiento de 9 a 20 millones de hectáreas más, entre el 50% y el 100% del área remanente de bosques nativos actuales [Merenson, 2011; PEA, 2013]
Si continuamos con las tendencias actuales de consumo y cumplimos con las predicciones del incremento de consumo de productos de origen animal para el año 2050 los actuales espacios de cultivo serán insuficientes. Existen tierras para seguir creciendo, pero estas tierras actualmente constituyen los bosques, selvas, pastizales y otros ecosistemas intactos. El avance de la frontera agropecuaria pone en peligro los servicios ambientales brindados por estas zonas de las cuales tanto dependemos. [Arrieta, 2014]
Países con desarrollo de políticas sobre el consumo de carnes
A una semana del inicio de la Cumbre del Clima en París el Instituto Real de Asuntos Internacionales Chatham House, ubicado en Londres, emitió un informe en el que asegura que: “el consumo de carne ya ha alcanzado niveles considerables entre los problemas de salud pública y va en aumento. Los gobiernos están perdiendo una oportunidad crítica para aliviar el calentamiento global, atrapados en un ciclo de inercia. A pesar de la imperiosa necesidad de abordar el problema del excesivo consumo de carne y promocionar un cambio de modelo alimenticio, los gobiernos temen las consecuencias de intervenir. Además, la escasa conciencia pública hace que no sientan la necesaria presión para hacerlo”. [Wellesley et al, 2015]
Estados Unidos, Suecia, Reino Unido y Holanda han manifestado su intención de evaluar una significativa reducción en su excesivo consumo nacional de carne, pero por el momento ninguna medida se ha materializado.
Por su parte, el Comité de Ética de Dinamarca, un organismo independiente que asesora al Gobierno, políticos y a otras autoridades públicas, ha desarrollado una propuesta para aplicar un impuesto a las carnes rojas. El Comité asesor pretende que se establezcan impuestos para todos los alimentos cuya producción dañe el medio ambiente pero por el momento ha empezado con las carnes rojas, por considerarlo “indiscutiblemente el alimento más destructivo para el planeta”. Desgraciadamente, un portavoz del Gobierno danés ha manifestado que existen pocas posibilidades de que la propuesta sea aceptada, apelando a la complejidad para su implementación. Sin embargo, Dinamarca ha sentado un precedente cuya semilla podría germinar con la voluntad política adecuada. Una voluntad política que debería estar al servicio de la sostenibilidad y de la ética común y por encima de los intereses de las industrias responsables de algunos de los mayores problemas de nuestros tiempos. [thelocal.dk, 2016]
Quizás el país más cercano a tomar medidas políticas respecto del consumo de carnes es China, responsable del 28% del consumo total de carnes, incluyendo el 50% del consumo mundial de carne de cerdo. Como una medida para combatir el cambio climático y alcanzar sus metas de reducción de emisiones de gases efecto invernadero, el gobierno de China ha creado un plan para reducir el consumo de carne en su población un 50%. Para esto, el Ministerio de Salud de este país creó una nueva guía de alimentación en la que recomienda a su población (compuesta por 1.300 millones de personas) que limiten su consumo de carnes a cantidades de entre 40 gramos y 75 gramos por día. Se trata de una medida que además de buscar reducir los gases efecto invernadero, quiere mejorar la salud de sus habitantes. De hecho, si esta medida se sigue al pie de la letra, las emisiones de Dióxido de Carbono equivalente (CO2e) de la industria ganadera en China se reducirían en 1.000 millones de toneladas a 2030. Es una reducción sumamente significativa si se considera el hecho de que, sin tomar ningún tipo de acción, las emisiones para ese año serían de 1.800 millones de toneladas. [Milman & Leavenworth, 2016]
Organizaciones No Gubernamentales
La gran mayoría de los problemas ambientales son difíciles de discernir a simple vista. Algunas veces sus consecuencias afectan a la población, pero sus causas nos resultan desconocidas. Así como muchas otras veces es la misma población la causante de ciertos problemas ambientales, que terminan teniendo consecuencias también desconocidas simplemente porque ocurren en otro lugar o en otro momento. Esta dificultad para reconocer a simple vista las relaciones causa-consecuencia de los distintos problemas ambientales, sumado al hecho de que las soluciones suelen ser difíciles y costosas, hacen que los gobernantes, en más de una oportunidad, se sientan tentados a dejar ocultas aquellas cosas que las poblaciones no ven y a limitar sus esfuerzos a la aplicación de medidas que, a los ojos del ciudadano común, resultan más inmediatas y evidentes. Es a raíz de esto que en las últimas décadas han surgido una gran cantidad de Organizaciones Ambientalistas No Gubernamentales, tomando el rol de informar a la población sobre cuestiones de medio ambiente, monitorear diferentes situaciones de riesgo ambiental y, sobre todo, ejercer presión para que nuestros gobernantes no desatiendan los problemas ambientales que nos afectan hoy o que nos podrían afectar mañana.
Es lógico que confiemos en ellas para que nos brinden cierta orientación cuando nos encontramos ante un hecho que podría resultar un grave problema ambiental, sin embargo, si nos dirigimos a las mayores ONGs ambientalistas del mundo preguntando por las consecuencias ambientales de la ganadería, sorprendentemente, encontraremos muy pocas respuestas. O ninguna.
Greenpeace
Se trata de la ONG ambientalista más emblemática del mundo, fue fundada en 1971 y su sede central se encuentra actualmente en Holanda. Cuenta con 2,8 millones de miembros en todo el mundo y con un presupuesto estimado en 237 millones de euros.
De acuerdo a la página oficial de Greenpeace International, la organización advierte que el calentamiento global se debe al actual sistema de energía sucia, impulsado por el carbón, el petróleo, el gas y la energía nuclear. Insisten en que los ‘contaminadores’ obtienen ganancias, mientras el resto de nosotros pagamos el precio. Ante esta realidad la campaña de Greenpeace frente al cambio climático se basa en el lema “la clave es 100% energías renovables” Greenpeace dice estar impulsando esta urgente transformación hacia el futuro que todos queremos, desde las energías renovables hasta la eficiencia energética y el transporte sustentable. [Greenpeace, 2016]
Vemos que la postura oficial de la organización es que el sector energético es responsable del calentamiento global y hay una vaga mención respecto al transporte, siendo que en realidad, en conjunto el sector energético y el sector transporte son responsables del 39% de las emisiones de gases de efecto invernadero (25% y 14% respectivamente). No hay referencia alguna al resto de los sectores responsable por el 61% restante de las emisiones, entre ellas el sector agrícola, con un 24% de las emisiones.
Respecto a la deforestación, Greenpeace lleva adelante una campaña llamada “deforestación cero”, que pretende acabar con el total de las deforestaciones del mundo para el año 2020. Los responsables señalados por Greenpeace son las destructivas industrias del papel, la madera y los alimentos. Desde la organización se busca ejercer presión sobre políticos en posiciones de poder para que tomen las acciones necesarias para proteger los bosques del mundo. [Greenpeace, 2016]
Sobre este tema podemos apreciar al menos una mención sobre el impacto generado por la producción de alimentos, en línea también con la producción de papel y madera. Lo que no se especifica es que hoy en día la mayoría de las grandes empresas productoras de madera y papel en realidad cuentan con plantaciones controladas y es muy poca la verdadera deforestación de nuevos bosques por parte de estas industrias. La agricultura es, por mucho, la principal causa de la deforestación en todo el mundo.
Sin embargo Greenpeace sí habla sobre agricultura. Informa que casi el 70% del mercado mundial de semillas está controlado por sólo 6 grandes compañías, quienes además han desarrollado semillas transgénicas. El 26% del mercado mundial de alimentos está controlado por sólo 10 compañías. Y que los animales de granja, principalmente aquellos de cría intensiva, son responsabables por 18%* de las emisiones de gases de efecto invernadero. [Greenpeace, 2016] Este último dato fue introducido recientemente en la página oficial de Greenpeace luego de una enorme presión y mala prensa ejercida por otros grupos ambientalistas ante el silencio de la organización respecto a los impactos ambientales del sector agropecuario. Por una parte la organización acepta el dato científico y asume que la ganadería emite un gran porcentaje de los gases de efecto invernadero. Sin embargo no tiene en cuenta este hecho dentro de sus campañas en contra del calentamiento global.
(*) este valor (18%) fue estimado por la FAO hace algunos años, pero el valor que actualmente está confirmado es el de 14,5%
World Wildlife Fund – Fundación Vida Silvestre
World Wildlife Fund (conocida en Argentina como Fundación Vida Silvestre) es la ONG ambientalista más grande que existe. Fue fundada en 1961 y su sede central se ubica en Suiza. Suma más de 5 millones de miembros en todo el mundo y sus ingresos se estiman en 525 millones de euros.
La posición de WWF frente al cambio climático es la promoción de energías renovables, reforestación y agricultura sustentable. La clave se encuentra en las energías renovables, WWF fue el inicador de la conocida campaña “la hora del planeta” en donde cada tanto se propone a las personas que viven en ciudades apagar las luces de sus casas durante una hora para manifestar su preocupación frente al sector energético. WWF se propone asistir a las ciudades en su transición hacia la meta de “100% energías renovables”. [WWF, 2016]
La organización menciona la agricultura sustentable y la reforestación como posibles soluciones al calentamiento global, pero sus campañas activas frente al cambio climático se basan en medidas sobre el sector energético. Sin embargo en otras campañas paralelas, relacionadas específicamente a la deforestación, WWF aborda el tema de la expansión de la frontera agropecuaria, indicando que su principal causa se debe al crecimiento poblacional y los cambios dietarios (con esto se refiere a las tendencias de aumento del consumo de carnes). También hace referencia a las industrias del papel y la madera como segundas responsables. La campaña anti deforestación de WWF asume dos enfoques: uno es trabajar con los gobernantes y el otro es trabajar con los productores. Por otro lado la organización dice hacer esfuerzos por crear conciencia sobre la forma en que la comida que consumimos es producida, particularmente cuanta superficie y cuales son las tierras utilizadas para producirla. De todas formas no hay actualmente campañas oficiales respecto a esto y la información sobre cuanta superficie y cuales son las tierras utilizadas para producir alimento no se encuentra en la web oficial. [WWF, 2016]
Respecto a la alimentación, WWF sostiene que hay dos problemas, uno es la superpoblación y el otro es la distribución de los alimentos, en la que mucha gente no tiene acceso a la comida cuando a su vez en el mundo se desechan toneladas de comida diariamente. Por este enfoque pasan las campañas de WWF respecto a la agricultura sustentable: educar a las personas en como reducir la cantidad de comida que se desecha y trabajar con los productores para alcanzar una producción más eficiente y sustentable [WWF, 2016]. Son innegablemente excelentes propuestas y de hecho se están llevando a la práctica, sin embargo en la realidad se trata de proyectos muy pequeños, de los que podríamos llamar tipo “planta piloto”, que si bien llegan a tener un extraordinario impacto positivo en las comunidades en las que se aplican todavía están muy lejos de tener algún tipo de impacto global.
Si bien WWF, al igual Greenpeace, tiene muy buenas posturas respecto a los principales problemas: cambio climático, deforestación y alimentación, vemos nuevamente que no hay mención alguna de la ganadería como problema ambiental, y no es tenida en cuenta como una de las causas principales cuando se piensa en soluciones a estos tres desafíos ambientales en cuestión.
The Climate Reality Project
Se trata de una organisación joven, fundada en el año 2006, con sede central en los Estados Unidos. Es una organización relativamente pequeña que fue fundada por Al Gore, ex vicepresidente de los Estados Unidos y creador de la controversial película “Una Verdad Incómoda” que dio un gran impulso a la discusión global sobre cambio climático. Por lo cual, aunque la organización sea bastante más pequeña que las dos anteriormente analizadas, The Climate Reality Project es considerada por muchos un referente dedicado a informar y crear conciencia en lo que respecta al cambio climático.
La posición oficial de esta organización sobre las causas del cambio climático es que la contaminación por carbono que se genera por la quema de combustibles fósiles como carbón, petróleo y gas natural está impulsando una ruptura en el clima y está calentando nuestro planeta. [Climate Reality Project, 2016]
El trabajo específico que lleva a cabo esta organización es brindar capacitaciones a personas de todo el mundo que quieran convertirse en líderes en la lucha frente al cambio climático, esta organización asegura brindar una información completa sobre las causas, consecuencias y soluciones al calentamiento global a los futuros líderes de esta “eco-revolución” y darles las herramientas para que puedan sumar más miembros a su causa. Sin embargo atribuyen el calentamiento global a una única causa dejando afuera otras actividades responsables como la deforestación y las actividades agropecuarias.
Pero ¿podemos decir entonces que las ONGs ambientalistas están ignorando deliveradamente el problema de la ganadería? No del todo. Por detrás de los organismos oficiales que han abordado el tema (FAO, EPA, IPCC, entre otros) y de los resultados de sus investigaciones, hay un puñado de pequeñas organizaciones que tratan de alzar la voz para que no dejemos de ver este problema. Sin embargo, la mayoría de estas pequeñas organizaciones que alzan la voz en contra de la ganadería lo hacen casi exclusivamente en favor de los animales, y si bien eso no está mal, se termina convirtiendo en una lucha paralela, separada, en la que los impactos ambientales que la ganadería genera quedan excluidos de la conversación. Ejemplo de esto es la famosa organización Peta (People for the Ethical Treatment of Animals), se trata de la mayor organización del mundo en la defensa de los animales. Tienen fuertes campañas que buscan modificar los hábitos de consumo de las personas: en contra de la ganadería y a favor del veganismo, pero en ninguna de sus campañas se hace mención a los aspectos ambientales de la ganadería.
Algunos ejemplos de organizaciones que hablan sobre los impactos ambientales de la ganadería y el sector agropecuario son:
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The Vegan Society: Promueven un estilo de vida vegano, sin consumo de productos de origen animal. En su página web puede encontrarse una gran cantidad de artículos y datos científicos extraídos de evaluaciones ambientales sobre la ganadería, las industrias del cuero, de la lana, láctea y hasta la apicultura. La producción de carne, así como de otros productos de origen animal, genera una pesada carga para nuestro planeta, desde los cultivos y aguas necesarios para alimentar a los animales hasta el transporte y otros procesos involucrados para llevar los productos desde la granja al plato. [Vegan Society, 2016]
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Earth Save: Se trata de una organización que busca educar respecto a estilos de alimentción saludables. Su misión es “ayudar a que las personas hagan elecciones en cuanto a su alimentación que promuevan la salud”. En la sección “medio ambiente” aparecen listados unos cuantos artículos sobre los impactos ambientales [Earth Save, 2016]
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Unión Vegetariana Argentina: El objetivo principal de la UVA es principalmente la difusión del Vegetarianismo-Veganismo, la ecología y las terapias naturales. Tender con el tiempo a influenciar sobre la sociedad y el mercado alimentario, preparando el camino para la creación de un “sello vegetariano” que pueda incluirse en las etiquetas y que identifique los productos aptos para consumo. En su sección de Ecología se publican artículos actualizados sobre impactos ambientales del sector agrícola, sobre todo, de la ganadería. [UVA, 2016]
Con el correr de los años, muchas de las grandes ONGs ambientalistas que dieron sus primeros pasos siendo justicieros y defensores de la Madre Tierra, hoy en día se han transformado en enormes organizaciones multinacionales con un alto grado de institucionalización y han caído también en el pecado de la no información. Se han convertido en mega organizaciones, propietarias de grandes capitales, con todos los gastos que ello implica: edificios, transportes, empleados, insumos, publicidad de todo tipo, desde internet hasta espacios en la televisión pasando por folletería y merchandising de regalo a miembros y voluntarios. ¿Por qué estas organizaciones evitan mencionar los impactos ambientales de la ganadería? Una de las hipótesis dice que el motivo radica en que la solución a este problema está directamente ligada a los hábitos de consumo de la población y hoy en día, si bien la discusión sobre el tema fue puesta sobre la mesa, muchas personas aún sienten un fuerte rechazo ante la idea del vegetarianismo. Las personas se sienten reasias a adoptar una alimentación diferente, principalmente por cuestiones culturales, pero también por cuestiones psicológicas, ya que en nuestras vidas la comida suele estar íntimamente ligada a cuestiones afectivas. Las campañas de organzaciones como Greenpeace y WWF están inspiradas en esa imagen engañosa en la que podemos vernos señalando con un dedo acusador a los contaminadores: empresas y gobernantes, una imagen que ejerce un efecto somnífero que nos limpia la conciencia y nos permite la sensación de estar haciendo todo lo que podemos hacer para comprometernos con las causas que nos importan, la sensación de estar libres de culpa y responsabilidad. Todo ese bienestar se perdería si, además de señalar las culpas de los otros, nos miraramos al espejo y asumieramos que cada uno de nosotros tenemos un rol dentro de la misma película, que algunos de nuestros hábitos son terriblemente perjudiciales para el medio ambiente y es preciso, es urgente, que comencemos a replantearnos ciertas cosas.
Que las organizaciones ambientalistas no atiendan a esta cuestión es como si las organizaciones para la salud trataran de combatir el cáncer de pulmón sin involucrar al tabaquismo [Andersen, 2014].
Población en general
La postura de la población general frente a los impactos ambientales de la ganadería se podría resumir en una única palabra: desinformación. Hoy, a inicios del siglo XXI, estamos viviendo en un mundo que gira al ritmo del consumismo, sabemos que todas las cosas que poseemos, todas las cosas que nos rodean, tienen un carácter global porque están hechas de piezas ensambladas provenientes de todas partes del mundo. Compramos por necesidad, por deseo, por placer, compramos para adquirir status social, compramos porque nos gusta comprar. Y en ese dejar la vida por el sueldo y derrochar el sueldo por las cosas hemos perdido casi totalmente la capacidad de generar una asociación entre las cosas que son objeto de nuestro deseo de compra y su origen. Hablo de las cosas porque en esta vorágine de producción y consumo, tanto productores como consumidores, terminamos olvidando que nuestro alimento, en su origen, era ‘algo vivo’, y la relación que el consumidor establece con el kg de peceto que quiere comprar es prácticamente igual a la que establece con la remera que quiere comprar. No nos preguntamos por el animal, ni por su calidad de vida, ni por el tipo de muerte que tuvo, ni por todos los recursos involucrados en crear ese ‘producto’, así como no nos preguntamos por la remera que nos compramos, de donde salieron los materiales para confeccionarla, si esa remera tuvo que atravesar un océano para llegar a nosotros, o si eran libres las manos que la cosieron y bordaron. Hoy en día ignoramos el origen de las cosas. ¿Ignoramos? O lo que es peor… ¿tomamos la decisión de ignorar?